Comentarios a tres apartados de “Round de Sombra”, de Abraham Cruzvillegas.
¿Un postmodernismo en México?
“Modernismo" y "posmodernismo" se usan para referirse a una corriente estética que emergió primeramente en la literatura, en las artes plásticas y luego en la arquitectura.
El término modernidad se refiere a una época histórica, que la mayoría de los autores sitúa entre el inicio de la Revolución Industrial (fines del siglo XVIII) y la época presente. Otros autores, como Marshall Berman (Todo lo sólido se desvanece en el aire), establece que la modernidad comienza en el Renacimiento, para él, es allí donde se gesta el primer hombre moderno. El debate de la "modernidad", (qué es, como afrontarla, cómo nos define existencialmente, la crítica al paradigma de vida propuesto por la modernidad... ) es uno de los más interesantes en los campos de las ciencias sociales y la filosofía actual.
El modernismo se refiere a "proyectos culturales", movimientos artísticos e intelectuales que tuvieron lugar durante el siglo XX. El modernismo en Arquitectura, en particular, fue gestado en Europa durante las primeras décadas del siglo XX, y sus principales promotores fueron destacados arquitectos tales como Adolf Loos, Le Corbusier, Mies van der Rohe. Luego, el modernismo se manifestó hasta bien entrados los setentas, cuando el fracaso del ideal positivista de los arquitectos "modernos" devino en crisis conceptual. En algunos casos mutó, o bien fue reemplazado, por una diversidad de tendencias como el posmodernismo, que nunca alcanzaron el mismo auge que el movimiento moderno; y que ha desembocado en la actual carencia de una dirección clara en las artes, aunque esta direccionalidad bien podría no ser necesaria.
La modernización, por su parte, se refiere a los procesos socioeconómicos de industrialización y tecnificación.
En su texto, Cruzvillegas habla del neomexicanismo equiparándolo y vinculándolo a expresiones posmodernas que duraron poco y cita a Olivier Debroise: “En el campo del arte, en México, el posmodernismo […] aparece a mediados de los años ochenta como una variante de la modernidad […]”
Teóricamente, el posmodernismo se refiere a una actitud frente a la modernidad y lo moderno; por lo tanto sería contradictorio calificarlo como “una variante de la modernidad”. De igual manera, me parece audaz la idea de pensar en un posmodernismo en México, donde ni siquiera se ha vivido la modernidad.
.La modernidad es también el conjunto de las condiciones históricas materiales que permiten pensar la emancipación conjunta de las tradiciones, las doctrinas o las ideologías heredadas, y no problematizadas por una cultura tradicional.
Ante estos conceptos, me asalta la duda y me planteo una pregunta: ¿Podrán estas definiciones ser aplicables en el México de los siglos XVI al XVIII, del siglo XIX, o aún del siglo XX?
Dice Marshall Berman que la más atractiva cualidad que tiene el postmodernismo, es el escepticismo hacia todo; y que es algo que todos deberíamos hacer siempre: aplicar el auto-escrutinio y ser auto-críticos. Seamos escépticos: ¿Cómo es que podríamos estar, como dice Berman, en el centro de una época moderna que perdió contacto con las raíces de su propia modernidad, cuando en México han pasado cosas muy distintas a lo que se describe como Modernidad?
Cuando Rousseau, arquetípica voz moderna de la primera fase de la modernidad, anterior a las revoluciones francesa y estadounidense proponía la libertad como principio que el estado debe preservar, en la Nueva España había actividad inquisitorial, casos de persecusión, y la Corona hizo a la Iglesia otra rama del gobierno. Entre los siglos XVI y XVII se hizo una constante la llegada de esclavos negros a América; en la concepción social de la época poseerlos era un sinónimo de prestigio. Cuando en Europa del siglo XIX la gente rcuerda con nostalgia cómo es la vida espiritual y material en un mundo que no es moderno, en México, Miguel Hidalgo está dando el Grito de Dolores. El modernismo responde a la industrialización de la sociedad, cosa que en México no estaba ocurriendo, y mientras el modernismo se ostenta como la clave para salir del atraso cultural, la marginación del mundo neocolonial latinoamericano, al menos, si no en la práctica, en la solución imaginaria que propone el arte, en México la burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Cuando según Berman el proceso de modernización se expande para abarcar todo el mundo, en México, con el arranque del siglo XX se dan apenas las primeras muestras de descontento que desembocan en una Revolución desfasada más de un siglo en el tiempo, con relación al resto del mundo.
En México no se ha vivido una época en la que haya prevalecido la voluntad de “heroificar” el presente, que es como Michel Foucault define el Modernismo. Sin embargo, tal vez podría aceptar que estemos iniciando apenas el proceso de modernización, ya que hasta ahora nos damos cuenta de que la Revolución no ha servido de mucho; y que, lejos de resolver nuestros problemas, en nuestros días, como dice Marx, “todo parece estar impregnado de su contrario”.
La visión afirmativa del modernismo la desarrolló, en la década de los sesenta, un grupo heterogéneo de escritores incluyendo a John Cage, Marshall McLuhan y Susan Sontag coincidiendo con el surgimiento del arte pop y la idea de “despertar a la vida que estamos viviendo”. Por lo tanto, había que romper con las barreras entre el arte y otras actividades humanas como el entretenimiento y la tecnología industrial, la moda, el diseño y la política.
El ideal de algunos que se autodenominan “posmodernistas” era abrirse a la inmensa variedad y riqueza de las cosas y las ideas que trajo consigo el mundo moderno. Ellos llegaron a refrescar un ambiente cultural que en los años cincuenta se había vuelto rígido, cerrado y aburrido. Pero es hasta los 80´s cuando en México surge el neomexicanismo, que tuvo auge y ganó notoriedad, debido a la ironía juguetona de la iconografía mexicana nacionalista.
Y es que en México, pareciera que vamos siempre a contratiempo, haciendo de todo, pero…a toro pasado.
Ruinas alternativas
La crítica y la ironía desplegada por los artistas jóvenes en Espacios Alternativos, provocó el enojo de grupos radicales al grado de que, debido a su intolerancia y poca o nula apertura (actitud muy poco posmoderna), se cancela una exhibición en un museo y se remueve de su puesto a al director, cancelando finalmente el Salón de Espacios Alternativos.
Quedaron las ruinas, como acertadamente habían vislumbrado un colectivo de artistas con su pieza Apuntalamiento para nuestras ruinas modernas (1987)…y el Estado se apartó de este tipo de actividades.
Actitudes tales, a mi parecer, no son ni modernas ni posmodernas.
El que se mueve no sale
Aunque siguiera en discussion el tema del posmodernismo, lo que sí es muy posmoderno es la actitud de apertura a múltiples posibilidades que asumieron, no las instituciones, sino un grupo de artistas inquietos y propositivos abiertos a la experimentación y a la libre expresión, criticando, promoviendo, investigando, aprendiendo y divirtiéndose.
Marx, Nietzsche y sus contemporáneos Baudelaire y Dostoievsky experimentaron la modernidad como un todo en un momento en el que sólo una pequeña parte del mundo era verdaderamente moderna. Al día de hoy, más de un siglo después, los procesos de modernización tal vez nos hayan alcanzado ya a todos. Es momento de entrar en contacto con la cultura modernista del pasado y comprender su fuerza. Retroceder, sería una manera de ir hacia adelante e inventar el modernismo del siglo XXI, y como dice Octavio Paz: “nuestros incrédulos ojos podrían estar ante el despertar y el retorno a nuestro abyecto mundo de esa realidad corpórea y espiritual que llamamos la presencia del ser amado. Entonces el amor dejará de ser la experiencia aislada de un individuo o una pareja, una excepción o un escándalo. La palabra presencia y la palabra amor han aparecido en estas reflexiones por primera y última vez. Ellas fueron la semilla de Occidente, el orígen de nuestro arte y nuestra poesía. En ellas está el secreto de nuestra resurrección.”